En este nuevo post de Aprende y disfruta cantando, hoy enseñaremos una de las etapas de la degustación que es la que corresponde a la vista.
Se trata de un sentido que determina tres aspectos oculares del vino: su intensidad, su vivacidad y su tonalidad. Estos tres factores nos van a hablar mucho del vino que estamos catando y nos van a orientar sobre la madurez, el tipo de uva o el grado alcohólico que contiene entre otras cosas.
En primer lugar, viendo un vino podemos definir la intensidad de su color. Lo definiremos así como pálido, intenso, oscuro…. En los vinos blancos, como es el caso de Martín Códax, la presencia de mayor color se relaciona con su madurez. En los tintos reflejaría la juventud del vino.
Por otra parte cuando hablamos del brillo del vino, en realidad nos estamos refiriendo a su vivacidad. Los vinos pueden ser vivos, apagados, brillantes o mate.
Un último aspecto a ver en el vino es su tonalidad. Hay amplios espectros: amarillo limón, amarillo pajizo, amarillo verdoso, dorado, salmón, rubí… Como hemos dicho antes el color del vino y la intensidad del mismo, nos hablan de la edad del vino.
Por último, relacionados con el sentido de la vista hay dos conceptos a los que solemos recurrir mucho en una cata: la lágrima y la capa.
Cuando agitamos una copa, el líquido sube por las paredes y cae en forma de gota. Estas gotas son las lágrimas y son un indicativo del grado alcohólico. Cuanto más abundantes sean, mayor es el grado alcohólico. Su velocidad de caída indica si el vino es glicérico o no.
La capa es la franja que observamos cuando inclinamos la copa entre el borde del líquido y la línea donde el color pierde intensidad. Cuanto más ancha sea, más edad tendrá el vino.
Después de estos consejillos, qué mejor que practicar en una cata real. Elegid dos o tres vinos y a ver qué os dice la vista.
En el próximo post de Aprende y Disfruta catando, aprenderemos a usar el olfato. ¿Descubriremos alguna nariz de oro entre vosotros?